domingo, 8 de agosto de 2010






De los periodistas, el silencio como reclamo.


Al Ángel de la Independencia, poco a poco llegaron periodistas de todos los medios nacionales, locales y corresponsales, en este país que ocupa el primer lugar en América Latina como el sitio más inseguro para ejercer el periodismo.


Ante la violencia y la intimidación, los periodistas de México callaron ayer. Su silencio fue un reclamo, y también una excepción a su compromiso diario.
Improvisados, emocionados y comprometidos, los comunicadores —lo mismo de medios impresos, radio o televisión— que acostumbran a dar cuenta de los hechos, fueron parte de ellos.
Se les entrevistó, les tomaron fotos, pero también fueron reconocidos y apoyados por organizaciones civiles, ciudadanos y familiares.
Los fotógrafos retrataron a sus colegas, y los reporteros entrevistaron a su competencia. Algo que no ocurre a diario, algo que hizo evidente la cohesión, que le dio al grupo sentido y fuerza.
A las faldas del Ángel de la Independencia, poco a poco llegaron periodistas de todos los medios nacionales, de algunos locales y corresponsales de agencias extranjeras que también resienten los estragos de la criminalidad, en este país que oficialmente ocupa el primer lugar en América Latina como el sitio más inseguro para ejercer el periodismo.
Una gran manta y cero gritos. Todos se conocen, se reconocen, abrazan y saludan sin competencias ni carreras.
Grabadoras y las libretas se quedaron guardadas para sólo marchar, no por exigencia no por imposición, sino en busca del respeto al ejercicio de la libertad de expresión, al cese de los actos de violencia, intimidación y acoso en contra de los profesionistas de la información en todo el país. A la vida misma.
Inusual, los automovilistas tuvieron paciencia, esta vez los pitidos no eran de reclamo, sino para apoyar. Se solidarizaron con el periodismo.
Y se cumplió: se hizo público el enojo y visible el trámite de enterar a la Secretaría de Gobernación.
Paradójicamente, fueron los asesinos, los mismos que intentan intimidarlos, los que los unieron. Vía redes sociales como Twitter, Facebook, la noticia del secuestro de sus compañeros en Durango, contagió al gremio movilizándolo.
La caminata también fue en honor a los 63 compañeros caídos en medio de las coberturas hoy contaminadas por el narcotráfico y la violencia, y los 12 más que están desaparecidos.
El derecho a informar sólo tiene sentido con la vigencia del derecho a saber del ciudadano, y eso reclamaron.
Así, los periodistas en México apoyaron un texto con cinco solicitudes.
1. Alto a la impunidad en torno de los asesinatos, secuestros, desapariciones y amenazas a periodistas y trabajadores de los medios de comunicación.
2. Cumplimiento cabal, por parte de las instituciones del Estado mexicano y de los diferentes órdenes de gobierno, de su deber y obligación constitucional de garantizar y custodiar el acceso a los derechos de libertad de expresión y acceso a la información.
3. Vigencia plena a los derechos a la libertad de expresión y al acceso a la información para todos los mexicanos, y el compromiso de no suspender, acostar, negociar o transferir esas garantías conquistadas por la sociedad.
4. Poner en marcha en el corto plazo, las medidas necesarias para garantizar las condiciones de seguridad del trabajo periodístico en el país, así como los mecanismos institucionales de protección a la labor de los periodistas, con pleno respeto a la pluralidad, la libertad y la independencia de todos y cada uno de los medios de comunicación.
5. Corresponsabilidad y compromiso de las partes involucradas para salvaguardar el derecho de todos los mexicanos al libre acceso a la información y a la expresión de sus ideas.
Las figuras y los anónimos
Estuvieron Ricardo Rocha, Katia D’ Artigues, Ricardo Alemán, Miguel Ángel Granados Chapa y Carlos Zúñiga, algunos de los rostros conocidos del periodismo, pero también los otros, los anónimos, los que no salen a cuadro, los que igualmente cumplen en la trinchera.
Granados Chapa resumió así el sentido del gremio periodístico: “El modo de presionar a las autoridades del país es vernos juntos, que sepan que somos practicantes de una profesión en la que nos importamos unos a otros... Tenemos un riesgo latente y debemos tener conciencia de ello, de ahí que reunirnos sea un logro, porque nos da fuerza, como a los seguidores de un equipo de futbol les da fuerza sentarse juntos en un ala de un estadio, así debemos sentirnos, permanentemente juntos”.
Rocha fue más allá y se dijo a favor de la autoregulación de los medios de comunicación y de reforzar el sentido de la ética como un compromiso pendiente.
El periodista admitió que la desunión y la competencia entre medios son el enemigo a vencer, pues permiten la impunidad y la indiferencia ante cada muerte y agresión a reporteros.
Los aciertos se celebran, pero los errores también se aceptan, y en medio de la violencia que ensombrece el periodismo, los columnistas admitieron que hay que informar más que nunca, con seriedad y profesionalismo.
Y ese fue el mensaje, pero además, la exigencia: “Los queremos vivos”. Y la advertencia: “Matando un periodista, no se mata la verdad”.


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