CONTEO DE CADAVERES, ¿PARA QUE NOS SIRVE?
El vocero presidencial para la lucha anti crimen, Alejandro Poiré, salió ayer a ofrecer una suerte de “informe ejecutivo” relacionado con el número de crímenes que, relacionados con el crimen organizado, se registraron en México durante el año anterior.De acuerdo con el funcionario el Gobierno Federal contabilizó, durante los doce meses anteriores, un total de 15 mil 273 muertes vinculadas con la actividad de los grupos criminales.Además de la cifra global, Poiré ofreció alguno datos desagregados relativos al citado fenómeno: durante el último trimestre de 2010 se registró un decrecimiento del 10 por ciento en la incidencia de crímenes ligados al narcotráfico; 50 por ciento de los asesinatos se concentran en tres entidades federativas; en 85 municipios mexicanos se registró el 70 por ciento de las muertes violentas de este tipo...Los últimos datos, en particular, parecieran servir de evidencia para afirmar que la violencia generada por la actividad delincuencial en México se concentra en determinadas zonas del país y, en consecuencia, que existen amplios sectores “libres” o “casi libres” de la misma.No está mal que se realice un análisis de este tipo y que la estadística nos sirva para trazar un mapa de la actividad criminal en el país, pues ello sin duda constituye una valiosa herramienta que las autoridades gubernamentales deben utilizar para diseñar sus estrategias de lucha contra la delincuencia organizada.A contracorriente de la intención gubernamental, sin embargo, el desglose de cifras difícilmente servirá para documentar el optimismo entre los ciudadanos, pues el hecho de que en algunas regiones -o en determinados municipios- no se registren muertes violentas ligadas al crimen organizado no significa que éste no se encuentra presente.Por otra parte, es necesario tener en cuenta que los grupos delincuenciales que nos han robado la tranquilidad no solamente se dedican a matarse entre sí o a enfrentarse con las fuerzas públicas, sino también a toda una serie de actividades delictivas que van del secuestro a la extorsión, de la venta de protección a la piratería.Así pues, que la violencia generadora de la estadística funesta del presente sexenio se concentre en un reducido número de municipios del país y que éstos se ubiquen apenas en tres entidades federativas de poco o ningún consuelo nos sirve a quienes padecemos cotidianamente la ausencia cada vez más notoria de un auténtico estado de derecho.La estadística es necesaria, el análisis geográfico de su distribución resulta indispensable y el uso de esa información para el diseño de estrategias inteligentes una responsabilidad ineludible. Pero más allá de eso, la estadística no ayudará a nadie a sentir menos temor, a sentirse menos amenazado, a salir a la calle sin miedo.
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